sábado, 20 de junio de 2009

La flor del recuerdo
A Teresa Mollá

En un lugar azul
de extrema lejanía,
a donde no llega
ni el sueño siquiera,
habita prendida la flor del recuerdo.

La flor del recuerdo
se riega con lágrimas
que trabajosamente conducimos
por canales infinitos,
alimentados por cien mil verbos
que el hombre condenado ha de hacer.

En su floración en primaveras tibias
nos muestra extrañísimas flores
de ocho mil formas
y un solo color,
con dulces colores y fragancia remotas
de dioses sin vírgenes,
de princesas sin nombre,
de lunas dormidas,
de estrellas fugaces.

Esa flor del recuerdo
tan efímera como infinita,
adormece por días y se aleja cantando,
y esa música y ese olor
que en presente tuvimos
arropando las hora y dando sabor,
en puntillas se marcha
y se aleja despacio,
sin darnos un beso,
sin decirnos ni adiós.

sábado, 13 de junio de 2009

Ignoro el color de la sombra

Ignoro el color de la sombra,
el sabor de la fruta inmadura,
la distancia entre dos corazones,
del néctar su dulce amargura.

De Cupido la intensidad de su flecha,
del pájaro el color de su nido,
del reloj su estúpida marcha,
del verbo su sitio prohibido.

Yo sufro de mal de ignorancia
de fiebre de color angular,
me mata mi palabra vacía,
me duele mi torpe pensar.

Yo quise pensar que sabía
el exacto lugar de mis pasos,
y encontre la huella dejada
por el sordo besar de mis labios.

La atracción de una sombra

La atracción de una sombra
o el deseo de unos labios.

Caminos de dentro que hieren y sanan
que limpian y arrullan,
marcando los puntos con rudo tizón
a los que el hombre
se abriga sin peso,
y con locura de sabio
no deja un momento
en su caminar de dura pasión.