La flor del recuerdo
A Teresa Mollá
En un lugar azul
de extrema lejanía,
a donde no llega
ni el sueño siquiera,
habita prendida la flor del recuerdo.
La flor del recuerdo
se riega con lágrimas
que trabajosamente conducimos
por canales infinitos,
alimentados por cien mil verbos
que el hombre condenado ha de hacer.
En su floración en primaveras tibias
nos muestra extrañísimas flores
de ocho mil formas
y un solo color,
con dulces colores y fragancia remotas
de dioses sin vírgenes,
de princesas sin nombre,
de lunas dormidas,
de estrellas fugaces.
Esa flor del recuerdo
tan efímera como infinita,
adormece por días y se aleja cantando,
y esa música y ese olor
que en presente tuvimos
arropando las hora y dando sabor,
en puntillas se marcha
y se aleja despacio,
sin darnos un beso,
sin decirnos ni adiós.